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Al-Gazzali |
Decía el
profesor Cruz Hernández (1981, 251) de Algazel: “…dos grandes facetas en su obra: reacción teológica constructiva y
crítica filosófica profunda”. Es verdad, Algazel revolucionó el islam,
dándole una dimensión universal al colocar en su sitio a la teología y a la
filosofía, según su visión sufí.
De origen
persa, y con vínculos a la escuela Shafiî, es sorprendente como revive el
sufismo anclado en el sunismo, sin reproches al pasado histórico musulmán, y
siendo reconocida su labor por el visir Nizam al-Mulk que en 1091 d.c. es
nombrado profesor de la madraza de Bagdad.
Su
pensamiento adelanta al pensamiento del inglés Hume, porque necesita “despersonalizar”
a Dios, para luego naturalizarlo. Su tesis es: “Dios es la única causa de la
naturaleza” Es, pues, el teísmo más teológico, y ortodoxo, pues al ser un sabio
de la filosofía griega y musulmana de su tiempo, no converge con ellas al
rechazar ambas, y crear un determinismo sui géneris. Averroes, tan poco crítico
con Ibn Masarra y Ibn Arabí, es duro con Algazel. ¿Por qué? La antropología es,
para Averroes, racional y filosófica. Por un lado, está Dios, y por otro, el
ser humano.
Algazel,
en cambio, en su 🎧 Carta al discípulo, 👈resume la experiencia personal en su vida
como consejo para un nuevo discípulo. La Carta está dividida en once fragmentos
y una introducción del lector o presentador.
Para
Algazel, la teología reside en el Corán y en los Hadices. En ellos funda sus
tesis teológicas. Por eso no concuerdo con López Farjeat al exponer la sura 37:96 parcialmente. Es
decir, está sacada de contexto para encontrar el determinismo teológico.
No hace
falta decir que todas las doctrinas de la antigüedad son deterministas.
Nuestros modernos han luchado contra ellas en ese punto filosófico. Pero aquí,
y ahora, la sura 37:96 depende muy mucho de la sura 37:95. Siendo así, el
determinismo mengua. Por otra parte, en el primer fragmento, Algazel, ese leve
determinismo colorea con las palabras del Profeta. ¿Por qué este suave
maquillaje verbal? Algazel escribe, sin duda, tras su crisis psicológica. El
saber lo ha nublado de conocimientos sin revestirlo de inmortalidad. Se ve,
pues, mísero de espíritu. De ahí: “… no
te arruines por falta de actos, cuida de que no te falten tampoco arrebatos
místicos, y ten la certeza de que el mero saber no te ayudará.” ¡¡ Dios,
qué consejo!! Podría decirse que es un predecesor también de Darwin, y su
determinismo evolutivo
Otro
fragmento, el quinto, tiene implícita una eticidad de nobleza, consejo
magnánimo: nada de contradicción, pues ahí está la Ley, o sea las leyes de Dios
y Mahoma. Y recomienda ser crítico y humilde. Y acompaña su didáctica para ser
amena con anécdota y metáforas.
Esta Carta al discípulo carece hoy de un discípulo determinado.