jueves, 3 de marzo de 2022

La resurrección de Ibn Masarra de Córdoba

Ibn Masarra


INTRODUCCION

 
 En 1912, Asín Palacios fue designado para la Real Academia de Ciencias morales y políticas, y dio el discurso👉 Abenmasarra y su escuela.🎧 Dicho Discurso pasó inadvertido, pero en 1968, en un Congreso celebrado en Coímbra V.S. Stern cuestiona la tesis de Asín expuesta en el capítulo IV de su discurso: el influjo del Pseudo-Empédocles arábico. ¿Qué pudo llevarle a negar tal influjo? ¿Tenía alguna vaga sospecha Stern de la existencia de sus libros? ¿Qué papel juega R. Walzer con Stern?

 Como declara la profesora Pilar Garrido , en 1972 fueron descubiertos en la Biblioteca Chester Beatty de Dublín dos obras de Ibn Masarra. La profesora Garrido , en el año 2009, ha dedicado dos artículos a dicha obra de Asín Palacios, y aunque muy similares, cada cual aporta un contenido inédito e interesante. Ha corrido un tiempo. Pero desde mi humilde posición de aficionado a la cultura del Al-Ándalus quiero expresar mi opinión.

 LA CUESTION

 Ahora bien: no puedo compartir la idea absoluta y excluyente de que “aquella reconstrucción del pensamiento masarrí, basada sólo en los vagos testimonios indirectos …/… no se corresponde en muchos puntos con el pensamiento que revelan los textos conservados” Ni tampoco la otra propuesta de que para leer los texto hallado de Ibn Masarra sea necesario “desmontar la reconstrucción realizada por Asín” Porque eso supondría, usando terminología arqueológica, cortar la cadena de la investigación y, en tal caso, faltaría un eslabón científico. Algo imposible: la ciencia es continúa, como la Historia, por mucho que la dividamos para analizarla. Y la prudencia de Stern mana de este pensamiento abierto. Podría, eso sí, hurgarse en comparación con los textos hallados. Ese manuscrito 3168 dirá “muchas cosas”, pero está condicionado a un momento del autor. El momento de su redacción: ¿qué cuestiones imperaban en el islam andalusí? Y si ha sobrevivido es porque su autor hubo de tener escuela, o mejor, alguna fama o reputación no sólo en Al-Ándalus, sino por el mundo musulmán. Ya Asín se queja al comienzo de su exposición de la falta de texto directo de Ibn Masarra, y se conforma con autores indirectos, dando por seguro que no hay texto suyo en España. De aquí que estemos infinitamente agradecidos a la filantropía de Sir Alfred Chester Beatty. Por otra parte, concuerdo con la profesora Pilar que Ibn Masarra es un “pensador alternativo del poder central”. Mejor dicho, Ibn Masarra y su pensamiento forman parte del islam post-chiitas: cuando dos tendencias islámicas están en viva puja. ¿Quiénes son? ¿Dónde se fundamentan? ¿Qué vida ofrecen? Estas y otras dudas y confusiones hubieron de convertir a Ibn Masarra en un inseguro, sin doctrina definida, un ecléctico, un apologeta sui generis. De ahí también que no pueda ser, como afirma Pilar, un mutazila al no querer elegir uno de los tres tipos de mutazili , por muy asceta o místico que se presentara a la sociedad. Contradicciones éstas que hubieron darle reconocimiento por el pueblo sencillo, que algún que otro fue adoctrinado, y ¡quién sabe! para más inri, posiblemente contra el mismo Ibn Masarra. 

 EL PROBLEMA 

 El discurso de Asín data de 1912, y la edición del libro es de 1914. En ella se incluye el apéndice nº 4, en árabe, el texto del Pseudo-Empédocles. A raíz del hallazgo de 1972, la edición del libro cobra significado; el musulmán Ibn Masarra salió a la palestra por varios estudiosos, y como sintetiza, la profesora Garrido, “los autores especializados confirman o matizan las conclusiones de Stern” exceptuando a “el descubridor de los textos masarríes, Muhammad Kamal Ya far, y a Adluni…” que sigue a Said de Toledo y a Asín Palacios. Siendo así, ¿cómo abordar el problema? La estrategia de la profesora Garrido es recurrir a las voces especializadas que giran en torno a Stern: Addas, que argumenta contra el influjo del Pseudo-Empédocles bajo la idea de que era sufí, y Lory argumenta contra sin visión histórica del personaje, sino bajo una versión filológica de los textos hallados . El Sr. Tornero usa la prudencia científica. No ve relación alguna entre Asín y la obra de Ibn Masarra hallada respecto a la doctrina del Pseudo-Empédocles, pero –sigo a Garrido- dice que “mantiene el Uno neoplatónico a diferencia del Pseudo-Empédocles”. Tornero, pues, tiene en cuenta sino explícitamente al menos implícitamente el apéndice 4 de Asín. Por otra parte, está la obra de Ramón Guerrero, que va escudriñándolo todo punto por punto clarificando cuestiones y problemas, hasta ver (cual Asín) a Ibn Masara lo que fue: un “místico y gnóstico”. Por tanto, contra Stern y la profesora Garrido, afirmo que la teoría de Asín sobre el influjo del Pseudo-Empédocles no está superada. Por el contrario, hay aún mucha oscuridad sobre ella. Y todos los juicios emitidos (u opiniones) valen los mismo, incluida la de Asín Palacios. Si bien, queda claro que Ibn Masarra no es un filósofo estrictamente entendido, sino un místico y gnóstico, pues precede a los llamados “filósofos” en casi un siglo, no puede sostenerse que no estuviera influido por el Pseudo-Empédocles, ya que como dijo Cruz Hernández (1981,92), este escrito es una amalgama de pensamientos neoplatónicos más las doctrinas del auténtico Empédocles. Tiene una “coherencia extraordinaria” y “no incluye a Dios entre las cinco sustancias” (1981,92) Siendo así, y retirando el influjo del pseudo-Empédocles, es Ibn Masarra un “ateo”, un materialista. Hemos aceptado que es un místico y gnóstico. Por tanto, Ibn Masarra no está influido por el Pseudo-Empédocles; está usándolo solamente, es su trampolín terminológico. Es evidente que conocía el texto del Pseudo Empédocles, pero ningún estudioso habla del uso que podía darle: ¿qué actitud podía mantener ante él? ¿De conformista? ¿De crítico? El verdadero problema entonces es donde situar (en qué tiempo histórico de su vida) el pensamiento de Ibn Masarra: mejor, ¿esas obras halladas son de vejez? ¿Son textos de sus inicios? ¿Antes o después de viajar por los países musulmanes? Considero, con Cruz, (1981,90) que la pre-teología musulmana tiene una temática breve, limitada; pero fundamentales. Y, además, el tiempo deforma y cambia la terminología con el pensamiento. Pero Ibn Masarra no pudo nunca deshacerse del término Uno en sentido neoplatónico y en concreto plotiniano. 

 LOS CONCEPTOS 

 Volviendo la argumentación de la profesora Garrido, en el fragmento escogido mantiene ciertos términos parecidos al Pseudo-Empédocles, que bien puede interpretarse (emanaciones) como la técnica expositiva de Ibn Masarra, y termina en el Cuerpo Universal o, según Ferreter (1986,113), Alma del mundo. Es decir, en nuestra realidad, vida. Sigue la génesis de tal conocimiento pasándola por “los filósofos y antiguos sabios de las comunidades que no estaban guiadas por la profecía…” Pero ¿quiénes son esos filósofos? ¿Esos sabios…? Sospecho que no son ni siquiera los neoplatónicos, sino los presocráticos; esos presocráticos que surgen en los textos platónicos y neoplatónicos; por eso –dice- “no estaban guiados por la profecía…” Mejor dicho: no había guías espirituales, o profetas, y, sin embargo, hubo ciencia, hubo conocimiento, y en concreto ciencia de la Unicidad. Por consiguiente, teología. Hubo teología sui géneris. O también conocimiento de Dios, del surgimiento del monoteísmo: el Omnicompasivo y Misericordioso. Ibn Masarra, pues, no está exponiendo, sino realizando una dura crítica a sus contemporáneos. ¿Por qué? ¿Por qué esta crítica? ¿Contra quienes podía ir? Podría ir contra los fanáticos chiitas (o Si`a) o los Muawiya; mejor dicho, contra esos Imanes y juristas que transmiten un conocimiento falso, interesado, que el pueblo sencillo no sabe poner en razón, pero que “la profecía ha explicado esto clarificándolo de un modo más directo y con pruebas más claras”. Ibn Masarra mira hacia su interior; ve que es un ser humano, de carne y hueso, como dijo nuestro Unamuno, pensante y razonable, y es, sobre todo, un ser que goza de libre albedrío. Por todo ello resulta difícil clasificar a Ibn Masarra. No puede olvidarse que son los mutazilies los auténticos creadores de la teología racional musulmana, mediante la utilización de la dialéctica, cuyo conocimiento abría las puertas al uso de la filosofía… (1981,91) 

 LAS ESCUELAS Y LA ESCUELA 

 Como dice Cruz (1981,111) es en el siglo VIII de nuestra Era cuando nacen las escuelas jurídicas en Al-Ándalus. Sin olvidar que el tiempo de Ibn Masarra es un tiempo revuelto, de cambio permanente, pues vive durante el Emirato de Córdoba, y poco después, tras morir, surge el Califato de Córdoba. Sin duda, el Emirato presentó gran libertad de pensamiento, fluyendo las escuelas jurídicas, imponiéndose la maliki y la zahiri, prefiriéndose la primera. Es la Córdoba de Masarra. Y, por otra parte, sostuvimos que Ibn Masarra no es un mutazilies a pesar de, para mí, estar conviviendo o rozando o consintiendo algunas tesis de su doctrina. Además, “Su padre, Abd allah, que profesaba el mutazilismo, había tenido que tomar muchas precauciones para poderlo enseñar.” (Arié,1962, 349) Pero, Ibn Masarra optó por una opción neutra, un tipo de sufismo dialéctico, sui géneris: por un sufísmo integrador. Ahora bien: ¿dónde situarlo? Porque de ahí, de esa necesidad psicológica histórica, surge la polémica. Siguiendo a Corbin (2000,374) “el sufismo desarrolló la técnica de una ascesis espiritual .../… que se designa con el nombre de irfan.” Teniendo en cuenta esta técnica, vemos que, de igual modo que respecto a los mutazilies, Ibn Masarra también se acerca a las posiciones esenciales del chiismo y su filosofía profética, por supuesto, desde el islam sunnita (ibídem) y, para mí, un islam sunnita primitivo, jurídicamente incipiente en Córdoba, receptor de cualquier tendencia proveniente de Bagdad o Basora, e instituido por la hisba. Como ya he dicho, concuerdo con la profesora Garrido, que Ibn Masarra no fue un filósofo; pero entonces, con su estirpe y carisma cordobés, hay que reconocerle una virtud: su fuerza dialéctica. Ahora bien, siendo así, ¿por qué Asín subtitula su libro “Orígenes de la filosofía hispano-musulmana”? Asín es consciente de que Ibn Masarra no es un “filósofo” en su estricto sentido. Pero entonces, no es un “filósofo” ni un “teólogo”, ¿por qué lo incluye implícitamente? Porque es un metafísico o habla de metafísica. Podría haberlo definido como un pre-teólogo, que busca poner orden en el derecho consuetudinario musulmán del siglo IX para que fluya al Cosmos, orden o al Estado. Ahí radica la originalidad y el aporte teológico de Ibn Masarra. Cumplir con el Corán y los hadices, cual bien ensenó su padre en la Córdoba prospera, expansionista, belicosa, es lo que bien pudo ganarse el apodo de eremita por sus conciudadanos cuando al pasear por sus calles conversaba. Porque para Ibn Masarra Dios (Ala) es Uno, y Mahoma su profeta. Asín sabe que Abenarabi ya lo dijo, y recoge la cita del Fotuhat, II,763-8. 2: “…el sufí llega a la intuición de la absoluta simplicidad de Dios…” Y, por consiguiente, tras identificar o conocer a Dios, ahora toca autoidentificarse: las reglas. Ibn Masarra sabe que ahí reside todo fundamento de las escuelas jurídicas-teológicas: en dirigir al ser humano en la sociedad. La función del Imam. Y nada más. Pero Ibn Masarra no toma esas reglas, bien vengan del Emir o del Imam, sino que creas sus reglas autoimponiéndoselas. Asín toma la cita de Alfaradí: “ponía especial empeño en recomendar la práctica del examen de conciencia particular y cotidiano, como medio de elevar al alma a la morada mística de la sinceridad y pureza de intención. Corbin lo explica: “El sufismo …/… es un fenómeno espiritual...” Y añade: “Es, esencialmente, el fructificación del mensaje espiritual del Profeta, el esfuerzo para revivir personalmente sus modalidades, mediante una introspección del contenido de la Revelación coránica.”(2000,379) Sin embargo, en el discurso de Corbin (2000,438) puede observarse una pizca de leyenda: “Su hijo tenía apenas diecisiete años y ya estaba, sin embargo, rodeado de discípulos. Se retiró con ellos a una ermita que poseía en la sierra de Córdoba.” Ibn Masarra muere joven. ” Acosado –dice Arié (1982,349) por las penalidades y las privaciones, Ibn Masarra murió en el 319/931, cuando contaba menos de cincuenta años.” Poco antes, el emir Abd Allah muere el 912, y con él desaparece también el Emirato, y deja de heredero a su nieto: Abderraman I, que empieza a darle color al Califato. Ahora bien, se habla de escuela. Ibn Masarra no crea escuela; eso supondría cierta sistematización de la vida y obra. Crea, no obstante, y tal vez a una edad bastante joven, una multitud de adeptos por su dialéctica, o por su interpretación del Corán y los hadices, que “propagaron sus ideas sin grandes dificultades, pero en el año 961 Abderraman III concedió plenos poderes para combatir el masarrismo al jurista cordobés ibn Zarb (Arié, 1984,350) , y entonces, al ser reconocidas como tóxicas las ideas masarrí tiempo después, el masarrismo comienza a resurgir, aunque infectado de impurezas personales de sus nuevos seguidores.

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