Plotino |
Tras
anunciar los meteorólogos una superluna, y la vemos tan cerquita nuestra, ¿qué
ser humano no se maravilla?
Existe
un sistema filosófico que, pese a los años pasados, ha influido e influye
todavía. ¿Por qué? Porque a lo antiquísimo que sea la Humanidad, el Cosmos está
ahí, cual sus fenómenos.
Ese
sistema filosófico es el neoplatonismo
de Plotino. En su obra 👉 Enéadas, donde tras analizar los temas platónicos,
plasma sus comentarios con mucha minuciosidad sorprenden ideas suyas.
Probablemente su🎧 Enéadas fueran notas de sus lecciones. De ahí que sean texto
breve, resultando su lectura amena e interesantes. Fue Porfirio quien
constituyo la obra.
En
verdad, al ser redactados en el siglo III d.c, ya tienen una perspectiva
cristiana primitiva. La ciencia en sí no existía. Aunque de origen helenístico, Plotino no
podía estar boquerón de influencias científicas, porque los Tolomeo fueron
padres de las ciencias en Egipto.
Ahora
bien, la ciencia no daba satisfacción plena. De hecho, el sistema geocéntrico
dominaba. Y los interrogantes fenomenológicos existían, y, de una u otra
manera, había que darle una respuesta para superar la inquietud existencial.
Con ello, el mesianismo existente en el
siglo III de nuestra Era, no podía dejarle indiferente. Por consiguiente, para
Plotino, el platonismo satisfacía sus inquietudes, aunque con críticas.
Plotino marchó a la metrópolis: Roma, y aquí, pronto,
su escuela arengó un nuevo platonismo: el neoplatonismo o plotinismo.
Esta
nueva filosofía metafísica comenzó ordenando el Universo o Cosmos. Plotino creó
una estructura como resultado de una serie de emanaciones de una realidad
final, a la que dio unas características y llamó Uno o Unidad; y de
ésta, hizo manar las hipóstasis llamadas Nous, y de ésta, el Alma…
Surge,
pues, con Plotino un cosmos estructurado, vivo, eterno, perfecto y bello, con
movimiento, lo que le confiere un sentido cosmológico y religioso. La ciencia
será sumisa: conseguirá desarrollarse de manera invisible, y la religión, por
el contrario, dominará el panorama mundial hasta llegar a transformarse en
mística. Primero, por el auge del cristianismo, y luego, por el auge del Islam.